"MARÍA SIEMPRE VIRGEN"

CURSO DE MARIOLOGÍA (TEMA 02)


María siempre Virgen
Antes, durante y después del parto
Es de fe...
Otro dogma a cerca de María es que Ella es siempre Virgen. La Iglesia ha confesado esta verdad desde las primeras formulaciones de fe: "Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo", afirmando también el aspecto corporal de este suceso, "Jesús fue concebido sin elemento humano, por obra del Espíritu Santo" (Concilio de Letran, año 649).
La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María. También
en virtud de los méritos de Cristo. María es Virgen porque su virginidad es el signo de su fe no adulterada por duda alguna (Cf. LG 63).

Magisterio
La Iglesia en varias ocasiones definió este dogma, y desde los inicios lo hizo objeto de su fe y lo profesó en su Credo: nacido de María la Virgen (ek MariaV thV parqXnou - ex María virgine); y desde los primeros símbolos de los Apóstoles está profesada esta verdad y bien especificada, y varias veces con el adverbio corroborativo "siempre" añadido al término "virgen"; ek thV agiaV MariaV thV aeiparqXnou <de la santa María la siempre virgen>; ek MariaV thV aeiparqXnou <de María la siempre virgen>; El Verbo de Dios se encarnó ek thV agiaV end`xou qeot`kou kai aeiparqXnou MariaV <de la santa gloriosa madre de Dios y siempre virgen María>, si alguien niegue esto, sea excomulgado.
Cristo fue concebido por obra del Espíritu Santo de la Virgen Madre, la cual lo dio a luz sin perder su virginidad así como sin perder su virginidad lo había concebido.
Fue concebido y nació de la inviolada virgen, sin concupiscencia; y salió de las entrañas de la madre de manera tal que la fecundidad dio a luz y permaneciendo la virginidad.

Un Concilio lateranense (649), a los tiempos del Papa Martín I, excomulga a quienes no confiesen, según los santos Padres, que el Verbo de Dios se encarnó del Espíritu Santo y de María siempre virgen (ex Spiritu Sancto et María semper virgine); y que la santa Madre de Dios y siempre virgen e inmaculada María lo concibió y lo dio a luz verdaderamente, sin conocer varón, sin perder su integridad física, y también después del parto permaneció inalterada su virginidad.

El Papa Pablo IV con la Constitución Cum quorundam hominum (7 de agosto 1555) condena a los que afirman que Dios no es Trino en la Personas, o que nuestro Señor Jesucristo no es verdadero Dios, o que fue concebido como los demás hombres del semen de José, o que no padeció crudelísima muerte en la cruz para redimirnos y reconciliarnos con el Padre o que la misma beatísima Virgen María no es verdadera Madre de Dios, y no permaneció siempre en la integridad de su virginidad, es decir, antes del parto, en el parto y perpetuamente después del parto.

Es claramente un digno misterio que conservara un parto sin corrupción aquel que hizo que fuese concebido sin semen Cristo Dios nació verdadero hombre conservando integra la virginidad de la madre; María lo dio a luz permaneciendo virgen como virginalmente lo había concebido.

María Santísima concibió virgen, dio a luz virgen, y después del parto se quedó sin interrupción virgen, así que fue santa e inviolada siempre virgen. El adverbio temporal "siempre" no puede significar ahora "sí" y luego "no", o viceversa; si es siempre, es siempre, esto es, antes, ahora y después; y la Constitución de Pablo IV que acabamos de citar lo explica muy claramente que significa semper (siempre), esto es (scilicet), antes, in et post (antes, durante y después). Si yo digo que fui "siempre" al curso, quiere decir que nunca falté.

La Iglesia enseña que la santa Virgen María fue siempre virgen, entendiendo con "siempre", siempre y no que antes "sí" y luego "no"; y "siempre" significa antes, ahora y después.

Antes del parto
ESCRITURA
"Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen (proV parqXnon) desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen (to onoma thV parqXnou) era María. Y entrando, le dijo: - Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo - Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: - No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús... - María respondió: - ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón (andra ou gignñskw) - El ángel le respondió: - El espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (pneuma agion epelebsetai epi sX, kai dbnamiV byistou episkiVsei soi); por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios" (Lc 1, 26- 31. 34-35).

"Su madre, María estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo" (Mt. 1, 18). "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo... Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: - Ved que la Virgen (Z parqXnoV) concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel" (Mt. 1, 20. 22-23).
San Mateo ve cumplida en María la profecía de Isaías: "Por eso el mismo Señor os dará una señal (semeion) He aquí la virgen (Z parqXnoV) concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel" (7, 14); y ve en este texto de Isaías profetizada la concepción virginal de Cristo en el seno de María por obra del Espíritu Santo.

El texto hebreo tiene el término xasrx (aalma´h) con el artículo x y se traduce: la doncella, la joven, la virgen. El concepto de virginidad lo expresa el término xsnbh (betula´h), sin embargo, el término aalma´h en otros lugares de la Biblia indica una virgen, por ejemplo: Rebeca es la doncella (aalma´h <en los LXX: Z parqXnoV>) que va a sacar agua y es la mujer indicada por esposa de Isaac (Cf. Gen 24, 43); y Rebeca no estaba casada, por lo cual hay que entender aalma´h como mujer virgen, en sentido de integridad física, no casada. "Fue, pues, la joven (aalma´h < en los LXX: Z neaniV>) y llamó a la madre del niño" (Ex. 2, 8), se refiere a la hermana de Moisés enviada por la hija del Faraón a encontrar una nodriza; y la hermana de Moisés era una doncella no casada; Cf. también Salmo 68, 26 (aalma´h <en Los LXX: neaniV>).

Así que parthénos es una mujer virgen en el sentido de integridad física, sin importar la edad, puede ser joven o anciana. Las Vestales eran parthénoi porque tenían que mantenerse vírgenes físicamente. Rebeca es una parthénos, es joven y virgen porque el siervo de Abraham no iba a llevar por esposa a Isaac una mujer casada o que había pertenecido a otro varón; se quiere, pues, subrayar el aspecto físico-sexual. Neánis es una mujer joven que puede ser o no ser virgen.

La hermana de Moisés es una neánis porque joven de edad; las doncellas, que en medio de las procesiones de Dios tocan el tamboril, son neanides, jóvenes de edad, y lo que se quiere subrayar es la edad y no su estado físico-sexual.

La traducción de los LXX en el texto de Isaías 7, 14 tiene parqXnoV y es la versión que usa san Mateo y los Padre para indicar no el simple estado juvenil, sino sobre todo el estado de su integridad física. Y la virgen (parthénos) que concebirá y dará a luz al Emmanuel no es una joven en el simple sentido de edad, sino una joven que concibió virginalmente, es decir, era y permaneció virgen porque la concepción no fue por intervención de varón sino por obra del Espíritu Santo.

LA TRADICIÓN
San Justino, refiriéndose a Isaías 7, 14, afirma que fue dicho con relación a Cristo. Porque si también éste, de modo igual a todos los otros primogénitos, tenía que nacer de unión carnal, ¿por qué hablaba Dios de hacer un signo que no fuera común con todos los primogénitos? Y a la objeción que le hace Trifón, diciendo que no se trata de una virgen (Z parqXnoV), sino de una joven (Z neaniV), Justino responde que en dónde estaría la "señal", lo maravilloso, lo extraordinario (shmeion), dado que toda mujer concibe por trato carnal, inclusive la estéril, Dios, si quiere, puede hacerla concebir. En cambio, sí que es un signo verdaderamente maravilloso (aleqwV shmeion) y digno de ser creído por el género humano que de un vientre virginal (parqenikh metra) naciera como verdadero niño, hecho carne, el que es primogénito de todas las criaturas, y ése es el que anticipadamente, por medio del Espíritu profético, anunció Dios de una y otra forma a fin de que cuando sucediera se reconociera haber sucedido por poder y designio del Hacedor de todas las cosas. De esta manera fue formada Eva de una costilla de Adán y así también al principio fueron creados todos los vivientes por la palabra de Dios.

Vosotros tenéis la audacia también en este pasaje de cambiar la interpretación que dieron vuestros padres... y decís que el texto original dice una mujer joven (neaniV) concebirá; como si fuera cosa del otro mundo que una mujer conciba por trato carnal, cosa que hacen todas las mujeres jóvenes, excepto las estériles; y aun éstas, si quiere puede Dios hacerlas concebir, véase Ana, Sara, Elizabet...

Así que lo maravilloso, lo extraordinario, no es la muchacha embarazada, sino la manera del embarazo, que no fue, pues, de manera normal por cooperación del varón, sino virginalmente por obra del Espíritu Santo. Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios Altísimo engendrado de la Santa Virgen sin semen ni corrupción, asumió la carne y se manifestó a los hombres.

El Dios Verbo descendió de los cielos en la santa Virgen María e hizo carne de ella y tomo un alma humana. María no fue una simple mujer, sino virgen. Esta virgen fue hecha Madre de Dios, llevando en su útero el niño y conservando intacta su virginidad.

San Ireneo refiriéndose al texto de san Mateo (1, 18. 22- 23) y de san Lucas (1, 35), ve al Emmanuel nacido de la Virgen según la profecía de Isaías. "Así han atestiguado los Apóstoles que antes que José hubiera cohabitado con María - permaneciendo ella por tanto en su virginidad - no encontró que ella había concebido del Espíritu Santo... ¿Qué tendría de admirable o qué señal tendría lugar si una jovencita hubiera dado a luz concibiendo de un hombre, puesto que este hecho ocurre a todas las mujeres que paren? Mas como era extraordinaria la salvación que debía acontecer a los hombres con la ayuda de Dios, así era también extraordinario el alumbramiento, que tenía como autora a una Virgen: era Dios el que daba esta señal, no interviniendo allí el hombre para nada".

En el parto
La integridad virginal de María que no fue violada al concebir a Jesús en su purísimo seno, no fue violada tampoco a dar a luz al Redentor. El "sigillum virginitatis" fue dejado intacto. Así el dogma.

ESCRITURA
"A la mujer le dijo: tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos" (Gen 3, 16).
"Y sucedió que mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre" (Lc. 2, 6-7).

TRADICIÓN
Tenemos que apuntar que la virginidad in partus de la Santa Virgen no fue bien vista y aceptada por algunos escritores eclesiásticos de la edad patrística; y ello por el hecho que habían sido los Docetas que la habían evidenciado y la propagandaban por sostener sus herejías, esto es, por afirmar que Jesucristo no era verdadero hombre en carne y huesos, sino apariencia, un hombre irreal, por eso había venido a la luz sin "romper" nada físicamente de su madre; no había "pasado" un niño concreto, sino una apariencia de niño, un fantasma; Cristo parecía hombre pero no lo era en realidad. Esta herejía es espantosamente grave, porque si Jesús no fue verdadero, físico y concretamente hombre, no sufrió verdaderamente, no murió verdaderamente, y entonces la Redención no fue verdaderamente; como se ve, se destruye la realidad de la misma redención.

Fue entonces que grandes Padres de la Iglesia del calibre de Ambrosio, Jerónimo y Agustín, refutaron esa herejía y afirmando la Virginidad de María antes del parto, en el parto y después del parto, y la superioridad de la virginidad consagrada con respecto al matrimonio, compusieron las grandes obras sobre la Virginidad consagrada.

El nacimiento del Redentor tuvo que ser bien diverso de los demás, pues el prodigio (shmeion) anunciado por Isaías (7, 14) se extiende no solamente a la virgen que concibe, sino también a la virgen que da a luz.

Según la condición del cuerpo, Cristo-Dios, el Hijo del eterno Padre, estuvo en el útero, nació, fue amamantado y fue acostado en un pesebre, pero por encima de esa condición lo concibió la virgen y lo dio a luz la virgen, esto es, virginalmente lo concibió y permaneciendo virgen lo dio a luz; y ello porque se creyera que era hombre aquel que nacía de hombre según la naturaleza, y era Dios aquel que renovaba la naturaleza.

La puerta permanecerá cerrada y no se le abrirá, y nadie pasará por ella, porque por ella ha pasado el Señor (Ez 44, 1ss); esta puerta es María, y está cerrada porque virgen; la puerta es María por la cual Cristo entró en este mundo; nació de un parto virginal, sin romper las genitales barreras de la virginidad; permaneció intacta la puerta del pudor e inviolados los signos de integridad, saliendo de la Virgen aquel cuya grandeza el mundo no puede contener. María es la hermosa puerta que estaba cerrada y no se abría; por ella pasó Cristo y no la abrió.

También san Agustín explicando Ezequiel 4, 2 (de la puerta cerrada) dice que significa que María será siempre intacta; será siempre virgen antes del parto, en el parto y después del parto.
San Jerónimo en el libro contra Joviniano hablando de la extraordinaria pureza de María, la ve simbolizada en el "huerto cerrado" y en la "fuente sellada" del Cantar de los Cantares (4, 12); el huerto cerrado y la fuente sellada es imagen de la Madre del Señor, madre y Virgen. Escribiendo luego a Pamaquio retoma la misma semejanza añadiendo la de la puerta cerrada de la que habla Ezequiel (4, 2), a través la cual pasa solamente el Santo de los Santo. El sol de justicia, nuestro Pontífice a la manera de Melquisedec. Cristo virgen y la madre de nuestra virgen es virgen perpetua, madre y virgen. Y a los que objetaran diciendo que es imposible pasar sin causar daño.

San Lucas nos dice que "mientras ellos (José y María) estaban allí (en Belén), se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre"(Lc. 2, 6-7). Ahora bien, de aquí es fácil concluir diciendo que ese parto se presenta como un parto fuera del ordinario, un parto indoloro. Ordinariamente, al dar a luz, la madre sufre, tiene hemorragias, necesita de una partera o de alguien que la ayuda; nada de todo esto hubo cuando nació Jesús; su misma madre envolvió al niño; ella misma fue madre y partera. Esta opinión la tiene también las extravagancias de los apócrifos.

Como se ve san Jerónimo está diciendo que el parto de la Virgen María fue indoloro, ello lo deduce de la descripción que hace san Lucas; un parto sin dolor, no sujeto a la condena pronunciada por Dios (Cf. Gen 3, 16), y si el nacimiento del Redentor fue sin dolor por la madre, María no padeció ninguna lesión física.

El mismo poder divino que fecundó el útero virginal, hizo pasar el cuerpo del niño por las invioladas virginales entrañas de la madre; y luego introdujo el cuerpo del joven por las puertas cerradas. Jesús nació de la Virgen María de una manera arcana y sin corrupción.

Nada faltó a la naturaleza humana en la encarnación del hijo de Dios, pero, sí tomó la naturaleza, libre en absoluto de toda sujeción al pecado; no como nace de ambos sexos por la concupiscencia de la carne, con obligación de contraer el pecado, cuyo reato se borra por la regeneración; sino de una virgen, cual convenía que naciese aquel a quien había concebido no la concupiscencia, sino la fe de su madre; puesto que si, al nacer El, si hubiese violado su integridad, ya no habría nacido de una virgen, y entonces sería falso - muy lejos de nosotros tal blasfemia - que El hubiese nacido de María Virgen, como confiesa toda la Iglesia, quien a imitación de la Madre de Cristo, siendo virgen, engendra cada día nuevos miembros.

María concibió virgen, dio a luz virgen; virgen embarazada, virgo da a luz, virgen perpetua; Y ¿por qué te maravillas de esto?... ¿Cómo dejaba de ser Dios, cuando empezó a ser hombre, aquel que su madre concedió no dejar de ser virgen cuando lo dio a luz.

Después del parto
TRADICIÓN
También por la virginidad de María después del parto podemos decir que la tradición unánimemente atestigua que María permaneció siempre virgen después de haber dado a luz al Señor Jesús; y la defendieron enérgicamente siempre y en donde quiera que surgieran ideas contrarias. Engendró según la carne al Verbo-Dios permaneciendo virgen antes del parto y después del parto. María la más digna de todos de ser honrada y la muy ínclita no se casó con nadie y de nadie más fue madre, sino que después de haber dado a luz a Jesús, su primogénito-unigénito, permaneció también y en todo tiempo inmaculada virgen.

ESCRITURA
LA VIRGEN MARIA TUVO SOLO A JESÚS
Téraj engendró a Abram, a Najor y a Harán engendró a Lot (Gn 11, 26-27. 31). "Tomó Abram a Saray, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano" (Gn 12, 5) - Los vencedores - Tomaron también a Lot, hijo del hermano de Abram (Gn 14, 12). Está claro, pues, que Lot es sobrino de Abram.

En el primer libro de las Crónicas leemos: "Los hijos de Majlí, Eleazar y Quis. Y murió Eleazar sin hijos, mas tuvo hijas; los hijos de Quis, sus hermanos las tomaron por esposas". (1 Cro. 23, 21-22). Es evidente que las hijas de Eleazar y los hijos de Quis son primos y no hermanos.

En el Nuevo testamento se habla de hermanos y hermanas de Jesús y se dan hasta nombres de algunos de ellos, pero antes de sacar conclusión y afirmar que son hermanos en sentido propio, es decir, hijos del mismo padre y de la misma madre, hay que ponerse del lado del que habla o escribe, transportarse a su tiempo, conocer su lengua, su mentalidad, su costumbre, su cultura, etc.

Mateo 12, 46-50 Y estando él (Jesús) aun hablando a las gentes, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían hablar. Y le dijo uno: "He aquí tu madre y tus hermanos están fuera, que te quieren hablar. Y respondiendo él al que le decía esto: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hiciera la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana, y mi madre".

Jesús es indicado como hijo de María, y nunca los llamados hermanos de Jesús son llamados de esa manera. "María Madre de Jesús", y de ningún otro.

"¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de él" (Mc 6,3).

"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer Cleofás, y María Magdalena" (Jn 19, 25).
"Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (Hch 1, 14).

Es llamado, pues, con énfasis "hijo de María" y parece que se pueda concluir que El es el hijo único (Cf. Mt 12, 47; Jn 2, 12).

La lengua hebrea y aramea (lengua de los judíos de Palestina a los tiempos de Jesús y de los apóstoles) no tiene un término para indicar "primo", "sobrino", "tío", etc. El uso bíblico amplía la palabra "hermano" a significar los parientes más o menos cercanos; por ello se les llama hermanos a los tíos, sobrinos, primos, etc., como ha quedado demostrado (Abraham y Lot; Jacob y Labán; las hijas de Eleazar e hijos de Quis), usando el término genérico "hermano", evita largos y pesados rodeos de palabra.

La versión de los LXX (Setenta) ha traducido mecánicamente la palabra hebrea "ah" (hermano) con la palabra griega "adelf`z" (hermano) sin pensar en sustituirla con el término griego que expresara mejor el grado de parentesco. Los escritores del Nuevo Testamento escriben en griego pero piensan en hebreo o arameo; en otras palabras: su pensamiento muy a menudo es arameo vestido de griego.

Si por el contrario una mujer daba a luz una hembra entonces tenía que estar segregada al doble, es decir, ochenta (catorce más setenta y seis días); al cumplirse los días prescritos la madre tenía que presentarse al Templo, tanto si había dado a luz un varón como una mujer allí ofrecía el prescrito, el sacerdote oraba para ella y así quedaba limpia (Cf. Lv. 12, 5-8).

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